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¿Cómo afrontar la pérdida auditiva durante el envejecimiento?
  1. Bienestar
Deficiencia auditiva

¿Cómo afrontar la pérdida auditiva durante el envejecimiento?

Los problemas de audición favorecen el aislamiento social, la aparición de depresión y es un elemento a tener en cuenta en el desarrollo del deterioro cognitivo

Foto: ¿Cómo afrontar la pérdida auditiva durante la vejez? (istock)
¿Cómo afrontar la pérdida auditiva durante la vejez? (istock)

La pérdida de audición no tratada es la tercera causa de años vividos con discapacidad en el mundo, según indica la Organización Mundial de la Salud. En su Informe Mundial sobre la Audición, de 2021, la OMS apunta que se trata de una “discapacidad invisible” que, en mayor o menor grado, afecta a más de 1.500 millones de personas (se espera que esta cifra alcance los 2.500 millones en 2050) y en la que se invierte un billón de dólares para su abordaje anualmente. Junto a estos datos, la organización alerta de que cerca de 1.100 millones de adolescentes y jóvenes corren el riesgo de sufrir una pérdida de la audición permanente por oír música a gran volumen durante periodos prolongados.

La incidencia de la deficiencia auditiva se observa en mayor frecuencia a medida que aumenta la edad. “La sordera por envejecimiento de los tejidos afecta al 20% de la población a partir de los 60 años, al 30% entre los 65 y 70 años, y al 70% a partir de los 70”, señala Lorena Sanz López, jefa del servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario de Torrejón. Su presencia se inicia antes y es más frecuente y grave en los hombres.

El resultado de la salud auditiva de una persona es el fruto de la genética que tenga, es decir, de la predisposición que pueda tener a sufrir un tipo de pérdida de audición o no tenerla y también del efecto que el medio ambiente hace sobre nosotros. “Los ruidos traumatizantes, ya sean por exposición a actividades de ocio como laborales, afectan nocivamente sobre la salud auditiva de las personas. Por otro lado, determinados fármacos; enfermedades, como la diabetes mellitus o el tabaquismo; o los tratamientos médicos que se utilizan en tumores quimioterápicos pueden favorecer la pérdida auditiva igualmente”, indica Manuel Gómez Serrano, jefe de Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario Puerta de Hierro.

El efecto de la pérdida de audición depende de la edad del paciente. No es lo mismo un niño, que un adulto o una persona de edad avanzada. “En los niños, tener una buena audición es fundamental para el desarrollo del habla y del lenguaje, para un rendimiento académico óptimo y un desarrollo social correcto”, explica Gómez Serrano. En el caso de los adultos, señala este especialista, “utilizar alguna ayuda auditiva o el simple hecho de no tener facilidad para comunicarse con el resto de los compañeros o de gente con la que interactúa en el día a día puede ser un estigma que le identifique claramente como aquella persona que no oye bien. Repercute sobre el empleo, sobre la productividad, la salud emocional y especialmente sobre la salud mental al favorecer el aislamiento, la depresión y la ansiedad”.

En personas mayores

Cuando se trata de personas mayores, la discapacidad auditiva favorece, además, “un mayor riesgo de sufrir demencia y una mayor tendencia al aislamiento social, lo que provoca que se vuelvan cada vez más introvertidos. Además, de una manera determinante se incrementa el riesgo de caídas en estas personas ancianas”, manifiesta el experto del Hospital Universitario Puerta de Hierro.

Existe una amplia literatura científica que considera la pérdida auditiva como uno de los factores implicados en el desarrollo del deterioro cognitivo en personas mayores. En diciembre de 2023, The Lancet recogía el estudio de cohorte noruego “Deficiencia auditiva y riesgo de demencia en el estudio HUNT (HUNT4 70+)”, en el que participaron 7.135 personas, entre 47 y 80 años. Del total de participantes, el 85,2% tenía una audición normal, el 12,0% tenía una discapacidad auditiva leve y el 2,8% tenía una discapacidad auditiva moderada/grave. El estudio concluye que la discapacidad auditiva adquirida es un factor de riesgo de demencia independiente de la comorbilidad, factores sociodemográficos y de estilo de vida.

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Otro artículo, publicado este año y titulado “Pérdida auditiva, uso de audífonos y riesgo de demencia en adultos mayores” en JAMA Otolaryngology–Head & Neck Surgery, recoge un estudio de cohorte longitudinal, en el que los autores realizaron un seguimiento a más de 573.000 personas mayores de 50 años en la región sur de Dinamarca entre 2003 y 2017 para determinar la relación entre audición y desarrollo de demencia, excluyendo a aquellos con diagnóstico previo de demencia. Los resultados muestran una correlación significativa entre la aparición de problemas auditivos y desarrollo de demencia entre los participantes. Específicamente, el análisis revela que aquellos con pérdida auditiva presentan hasta un 13% más de riesgo de desarrollar demencia, especialmente acentuado en casos graves. Un hallazgo notable es que el riesgo disminuye al 6% para quienes utilizan audífonos, comparado con un aumento del 20% en aquellos que no los usan.

Una de las causas fisiológicas que se encuentran detrás del desarrollo de este tipo de enfermedades cognitivas radican, en opinión de la doctora Sanz, en que con la pérdida de audición el cerebro recibe menos sonidos y olvida qué hacer con ellos y reduce su capacidad de comprensión al habla. “Por lo que se sabe que los pacientes con sordera tienen con más frecuencia deterioro cognitivo”, manifiesta.

Foto: Una frutería en un mercado. (EFE/Víctor Casado)

El manejo de la pérdida de audición depende de cuál es la causa de esa merma. “Hay casos en los que con tratamientos quirúrgicos se recupera fácilmente la audición. Otras patologías se cubren con el uso de prótesis auditivas de diferentes tipos”, dice Gómez. Si pese al uso de este tipo de tratamientos no existe mejora se puede recurrir a un implante coclear. “Se trata de un aparato por el cual los otorrinolaringólogos somos capaces de devolver el órgano de la audición a pacientes que lo han perdido completamente”, asegura.

Los expertos alertan de la exposición que nuestra sociedad tiene al ruido por el tráfico, el tono elevado con que las personas nos comunicamos y sin duda, en los últimos años, por el uso que las personas hacemos de los auriculares en el día a día para escuchar música o disfrutar de series o películas. “Si los usamos, además, en un entorno estridente, hará que abusemos del volumen del aparato que produce esa música por lo que el ruido será aún más traumatizante”, añade Gómez. Así que, en poco tiempo, agrega este especialista, “seremos pacientes más sordos y con una presentación cada vez más precoz de la pérdida de audición. Una circunstancia que hace que la pérdida de audición pueda considerarse la pandemia del siglo XXI”.

La pérdida de audición no tratada es la tercera causa de años vividos con discapacidad en el mundo, según indica la Organización Mundial de la Salud. En su Informe Mundial sobre la Audición, de 2021, la OMS apunta que se trata de una “discapacidad invisible” que, en mayor o menor grado, afecta a más de 1.500 millones de personas (se espera que esta cifra alcance los 2.500 millones en 2050) y en la que se invierte un billón de dólares para su abordaje anualmente. Junto a estos datos, la organización alerta de que cerca de 1.100 millones de adolescentes y jóvenes corren el riesgo de sufrir una pérdida de la audición permanente por oír música a gran volumen durante periodos prolongados.

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